Seguro que en algún momento os habéis cruzado con alguien que ha visto una oportunidad única en el mercado, que tiene una idea brillante y revolucionaria, que te la cuenta con pasión e incluso intenta convencerte para que te embarques en una nueva aventura. No hay nada de malo en esa motivación, y admiro esa capacidad de encontrar oportunidades que otros no han visto, pero es importante no cegarnos y recordar que emprender y lanzarnos a una startup no es solo una idea, es un negocio.

Cada uno de nosotros tiene su propia experiencia personal y profesional, sus propios puntos de vista y su especialización. Y eso añade un problema extra: puede hacer que no veamos más allá de lo que siempre hemos tenido delante. En general, un desarrollador software tenderá a enfocarse en crear un producto de calidad mientras que un analista financiero se centrará en la rentabilidad. Pero, ¿es suficiente? Vamos a verlo.

Una idea con potencial

Supongamos que llevamos ya varios años trabajando en el mundo de los negocios y de repente se nos ocurre esa idea brillante y revolucionaria. Hacemos un primer análisis, un estudio de mercado, una primera previsión… ¡parece que tiene potencial! Nos lanzamos al mundo del emprendimiento y arrancamos nuestra nueva startup.

Aún desde nuestro desconocimiento en ciertas áreas, buscamos un pequeño equipo y nos ponemos manos a la obra. Esta vez vamos un poco más allá del primer análisis y estudiamos a nuestros potenciales usuarios y sus necesidades. Reunimos toda la información y construimos y lanzamos nuestro primer MVP. ¡Enhorabuena, tenemos un producto en el mercado!

Hasta ahora básicamente hemos sido capaces de construir y entregar un producto. Algo que, potencialmente, nuestros clientes querrán y comprarán. Vamos a llamar a esto la cadena de valor. Es decir, el proceso de entender las necesidades de nuestros clientes y cubrirlas entregando el producto ideal.

¡Miradme, aquí estoy!

Pero el trabajo no acaba aquí. Tener un producto que nadie conoce no nos sirve de nada. Ahora lo que necesitamos es darnos a conocer. Conseguir que nuestro producto llegue a oídos de nuestros potenciales clientes. 

Para ello tendremos que entender y empatizar con nuestros clientes. Crear una identidad y una marca con la que se sientan identificados. Buscar un tono y un vocabulario que encajen con su personalidad. Determinar los mejores canales para comunicarnos con ellos. 

En resumen, necesitamos una estrategia de marketing y comunicación que consiga que nuestro producto llegue a nuestros clientes.

Lo necesitas, ¡cómpralo!

Ahora que nuestros clientes saben que existimos, necesitamos que compren nuestro producto. Debemos encontrar la mejor forma de conseguir vender lo que ofrecemos.  Estamos hablando de opciones que van desde una estrategia más digital hasta la propia venta cara a cara. Sin venta, no hay ingresos.

shopping bag with arrow and target
By Morning Brew on Unsplash

Números y más números

Ya estamos en marcha. La gente quiere nuestro producto y lo está comprando. Pero, ¿va todo bien? Necesitamos números. Tenemos que entender si esto tiene sentido, si realmente es rentable

Y hablo en este caso yendo incluso más allá de la parte de contabilidad, de registrar nuestros ingresos y gastos, o de cumplir nuestras obligaciones fiscales. Debemos tener capacidad de previsión. Tendremos que realizar análisis financieros que nos permitan echar un vistazo a nuestro futuro económico. Que arrojen un poco de luz sobre cómo irán las cosas y nos den capacidad de reacción antes de que los problemas nos exploten en las manos.

Imposible sin ayuda

Y todavía no hemos acabado. Todo esto que hemos visto hasta ahora, desde la creación del producto hasta la venta del mismo, requiere ciertos aspectos de soporte cruciales. Tenemos que asegurarnos de cumplir nuestras obligaciones legales, por lo que buscaremos asesoramiento y apoyo legal. Alguien tiene que crear el producto y darlo a conocer, con lo que necesitaremos entrevistar y contratar personal. También tendremos que hacernos con un sitio y material con el que trabajar, así que adquiriremos infraestructuras y herramientas. Incluso, puede que tengamos que ayudar a mejorar las capacidades de nuestro personal con formación para que puedan realizar mejor su trabajo o ayudar en otras áreas.

Remamos en la misma dirección

Pero todo esto que hemos visto no sirve si no existe una dirección común. Si no conseguimos que todos pongan sus esfuerzos en remar en la misma dirección.

Y aquí no se trata solamente de definir y desarrollar un modelo de negocio rentable y una estrategia para llevarlo a cabo. Debemos ser capaces de crear una visión unificada, una cultura y un marco de trabajo común. Tendremos que mantener unos objetivos para la organización (por pequeña que sea) y conseguir alinear a todas las partes con ellos. Necesitaremos echar un vistazo al futuro en busca de posibles riesgos y formas de atacarlos cuanto antes. Estableceremos formas de visualizar y entender cómo está funcionando el sistema completo.

gears
By Laura Ockel on Unsplash

Y así el engranaje funciona

Y ahora sí, la perspectiva cambia. A pesar de la simplicidad del ejemplo, nos ayuda a ver que no se trata solamente de tener una idea. Llevarla a cabo y levantar un negocio de éxito requiere de una serie de áreas y procesos interrelacionados que hacen que todo sea más complejo. Y no es suficiente con prestar atención a una de estas piezas. El engranaje completo debe funcionar de la forma más fluida posible.

Mi intención al contaros todo esto no es asustar a nadie. Ni eliminar esa pasión inicial sobre una idea. Al contrario. Os sigo animando a perseguir vuestras ideas. A seguir experimentando e innovando. A seguir revolucionando el mundo. Lo que sí quiero es que lo hagáis siendo conscientes de las necesidades de un negocio para evitar sorpresas inesperadas y dar lugar así a startups cada vez más sólidas. 

Una experiencia real

Para terminar, quería compartir con vosotros un caso real: el nuestro. Los tres socios que nos embarcamos en el proyecto de Kypseli tenemos perfiles de diseño de producto digital y desarrollo software. Podríamos pensar, “con eso basta, puedes ofrecer los servicios que el cliente va a comprar”. Es cierto que tenemos el producto, lo que vendemos, pero como hemos hablado antes, no es suficiente. Tenemos que llegar a nuestros clientes de forma óptima, conseguir ofrecerles un servicio que cubra perfectamente lo que buscan, entender los números y cómo está funcionando nuestro negocio, establecer nuevas relaciones y alianzas con nuestros colaboradores… Y este diría que fue uno de nuestros mayores aprendizajes: prestamos demasiada atención a lo que teníamos cerca (la cadena de valor) y no dimos la importancia que merece a todo lo demás, como si funcionase casi por inercia.

Por suerte, y gracias al acompañamiento de nuestros amigos de Duality, estamos trabajando para construir un modelo mucho más sólido. Puedo decir, sin temor a equivocarme, que los cambios introducidos en los últimos meses nos han dado un giro de un valor incalculable. Cuando os aprieten los problemas, o las cosas no funcionen como esperáis, lo mejor es mantener la calma y sentarse a pensar. Es ahí donde resulta crucial asentar unas bases sólidas y definir el mejor rumbo a seguir así como la forma de lograr nuestros objetivos.

Espero que este post os haya servido para reflexionar y, como siempre, ¡estaré encantado de escuchar vuestras opiniones y de que compartáis vuestras experiencias con los demás!