Os quiero contar la historia de cómo cambié mi visión del diseño. Hasta hace bien poco, siempre me he considerado un diseñador muy funcional y lo he dicho con orgullo. ¿Con esto qué quiero decir? Que defendía un diseño en el que todo lo que no cumpliese una función estrictamente racional dentro de lo que estaba creando, era prescindible. Sin embargo, hubo un momento en el que mi mente hizo click y desde entonces mi visión sobre el diseño ha ido cambiando poco a poco. 

Hace unos 6 meses, asistí a una charla online que dio David Navarro, diseñador valenciano (ahora en Twitter), donde hablaba de la tensión y conflicto creativo. Él defendía la creatividad y originalidad. En un mundo lleno de sistemas, procesos, datos y predictibilidad, quería dar voz al caos y la experimentación. Fue ese momento cuando me empecé a cuestionar todo. 

digital design
Surface – Unsplash

Diseñando con sentido común

Últimamente, en un mundo más globalizado que nunca (en el diseño al igual que muchas otras disciplinas), se aboga por hacer las cosas bien. Pensando en las necesidades del usuario. De una manera inclusiva. Una serie de buenas prácticas que aseguran una accesibilidad que no deje de lado a nadie en los servicios que se ofrecen. Y como son siempre el mismo conjunto de pautas a tener en cuenta, se está llevando a cabo una «sistematización» del diseño, en el que sabemos que nuestros diseños van a ser usados fácilmente y nadie va a poder poner una queja. 

Sabemos lo que gusta. Los datos no engañan. Rebajamos el riesgo de que lo que hacemos no fracase, al mínimo: 

fashion logos
El clásico ejemplo

David pone más ejemplos de fórmulas que funcionan en diseño gráfico y de interiores:

design styles
Ejemplos de David Navarro

En el diseño UX/UI, vemos también algo parecido. Para optimizar la legibilidad y usabilidad, vemos muchas interfaces que se ciñen a una serie de normas de un sistema creado para ser universal. En muchas menos ocasiones se habla de la parte emocional de la experiencia del usuario. 

El problema es que la sistematización lleva a matar la creatividad si no tenemos cuidado. Cuando todos los diseños siguen unas mismas reglas sin ningún factor que los haga diferenciales, dejan de sorprender. No nos emocionan. Nos vemos inundados por un océano de mismidad en el que hacer algo distinto es arriesgar. Hay que tener pruebas o datos de que esto disruptivo que vamos a hacer va a tener éxito.

Todo esto está muy bien y no creo que tengamos que prescindir de ello. Pero deberíamos ir un paso más allá siempre que diseñemos.

Pero diseñando para seres humanos

Por mucho que queramos negarlo, el ser humano es emocional. Somos animales con instintos aunque tengamos capacidad de raciocinio. Y creo que eso es lo bonito. 

Es eso mismo lo que nos permite disfrutar de las cosas. Si nos aferrásemos a lo puramente racional, ¿para qué vivir? En muchas ocasiones no decidimos qué nos gusta. Simplemente, nos gusta. 

De la misma manera en la que nos sentimos seguros cuando todo está bajo control, el riesgo es reducido y podemos predecir lo que va a pasar, también disfrutamos de un poco de incertidumbre. Disfrutamos de los retos y de correr pequeños riesgos que sabemos que podemos superar.

jumping
Jeffrey Grospe – Unsplash

No siempre buscamos todo lo que es predecible. De hecho, las cosas que más nos quedan grabadas en la memoria son cosas que nos sorprenden, que se salgan de lo usual (de una forma positiva, obviamente).

Ni lo uno, ni lo otro

Como todo en la vida, considero que en el término medio está la virtud. Conseguir la armonía entre estos dos puntos es esencial para que funcione en este mundo que de la misma forma de intentar poner un orden en medio del caos. 

Está bien sistematizar, pero también necesitamos libertad y derribar barreras impuestas que lo único que hacen es limitarnos. Redefinamos los límites una y otra vez, porque lo que fue útil para ayer no tiene por qué resolver los problemas de hoy, y el mañana necesitaremos nuevas soluciones. El contexto en el que nos encontramos no deja de cambiar.

El mundo no es ni blanco ni negro y tampoco lo deberíamos ser nosotros. Aunque use de ejemplo el diseño en este caso, creo que la moraleja se puede aplicar a infinidad de casos distintos.Si te ha gustado el tema, echa un vistazo en la web de David a otras charlas que ha dado. Es un gustazo escucharle hablar. Espero que este post te haya hecho reflexionar de alguna manera. Me encantaría saber cuál es tu opinión si te he dejado pensando. Escríbeme un comentario.