Hoy os quiero contar una historia. La historia de un diseñador que empieza un proyecto de branding para una empresa que está empezando. Y este diseñador sigue el mismo proceso de branding que le enseñaron años atrás:
- Se reúne con sus clientes para concretar qué es lo que necesitan y crear un borrador del briefing, donde redactamos los objetivos y posibles requerimientos del proyecto.
- Trabaja un tiempo en una propuesta que reúne los valores de la empresa.
- Después de estudiar el mercado, la competencia, diferentes colores, diferentes tipografías… Abocetar, borrar, volver a abocetar… Llega a un concepto sólido que le convence.
- Ya tiene lista una presentación para enseñarle su propuesta al cliente y queda con ellos, que están deseosos de ver ya en lo que ha estado trabajando.
- ¡Les encanta! El diseñador respira aliviado y se alegra de que todo haya salido bien. Ahora solamente falta recoger todo el trabajo y crear el Manual de Identidad.
A los pocos días, mientras trabaja en el manual, le llega un mensaje de los clientes en el que le cuentan lo que les ha pasado. Con toda la ilusión del mundo, han enseñado el logo a familiares y amigos cercanos, ¡y resulta que ven en el logo una persona abierta de piernas! No solamente un conocido, ni dos, sino prácticamente la totalidad de ellos. Por supuesto, para nada una imagen que quieren dar en su empresa.

Esta situación nos obligó a parar el manual y volver a trabajar en la propuesta. Por suerte, se trataba de un problema únicamente de las formas del logo. Los colores y las tipografías seguían teniendo sentido ya que no afectaban a la desafortunada malinterpretación.
A la hora de trabajar en el nuevo logo, decidimos mantener una comunicación constante con el cliente, validando cada paso desde los bocetos, donde sabíamos que el punto de vista del cliente nos podía ser de gran ayuda. De esta manera, le dimos mucho más peso al feedback continuo, tanto por parte de nuestro cliente como de posibles clientes suyos.
Al final, el cliente quedó muy satisfecho y nosotros también.
Aprendizajes que valen oro
Haciendo retrospectiva de este proyecto, podemos sacar varios puntos de mejora para asegurarnos de que las pérdidas sean mínimas:
- Necesitamos recoger feedback continuamente y así validar el concepto. Testear que el concepto transmite (no solo a nosotros) lo que queremos comunicar, nos ayudará a minimizar retrabajos (versiones de logo, proporciones del logo, aplicaciones…).
- Podemos reducir el tiempo de espera del cliente. Una vez se encarga el proyecto, el cliente espera con impaciencia resultado. De haber involucrado al cliente de forma más continua durante todo el proceso creativo, su percepción habría sido muy diferente, ya que vería de forma más cercana la evolución de su marca.
- Debemos cuidar la relación de confianza con el cliente. Una comunicación continua ayuda a crear una relación de confianza más sólida. La credibilidad se ve aumentada al compartir ambos puntos de vista. La fiabilidad se ve reflejada cuando el cliente va viendo cómo evoluciona, ya que el proceso es transparente. Y la confianza crece cuando abres tu forma de trabajar y el cliente siente que su punto de vista también es respetado.

Filosofía Lean
Aunque ya hablaremos más largo y tendido en un futuro sobre Lean, y aún a riesgo de simplificar en exceso, quería recoger algunos puntos clave de su filosofía en los que me vi muy reflejado durante toda esta experiencia:
- Valor al cliente y calidad: Todo el esfuerzo que dedicamos a un trabajo va orientado a aportar valor real al cliente con la mayor calidad posible.
- Reducción de desperdicios: Eliminar todo el tiempo que estemos trabajando y no proporcione valor al cliente (y por lo cual, al mismo tiempo, aumenta el coste).
- Reducción de tiempos de entrega: Mejorando continuamente nuestro proceso de trabajo.
En definitiva, Lean centra sus esfuerzos en crear valor de forma eficiente, prestando especial atención a la calidad del producto y reduciendo desperdicios a través de la mejora continua.
¿Y si aplicamos Lean al proceso de branding?
La metodología Lean tiene su origen en un sistema de producción. Concretamente, en una fábrica de coches, donde hay una mayor predictibilidad en los procesos. Fabricar o montar una determinada pieza, al tratarse de repetir el mismo procedimiento una y otra vez, permite reducir la incertidumbre del proceso.
En Kypseli tratamos de aplicar esta filosofía en todos nuestros procesos. Medimos y evaluamos nuestros procesos para poder mejorarlos. Pero el diseño, al igual que otras disciplinas creativas, tiene una alta variabilidad. Las necesidades cambian según el proyecto y, evidentemente, la solución también. Por tanto, la incertidumbre es mucho mayor.
Sin embargo, la filosofía que hay detrás de Lean es universal. Por lo que vamos a experimentar y evolucionar nuestro proceso de branding siguiendo un enfoque más Lean. Si todo va bien, conseguiremos optimizar nuestra forma de trabajar para evitar retrabajos, reducir los tiempos de entrega y lograr que el cliente obtenga una marca con la que realmente se sienta satisfecho.
¡Os mantendremos informados! 😉
Muy bueno, Hyun,
El caso del logo inicial y la interpretación del mismo es muy didáctico. Luego, me ha ganado la apuesta por lean, con esa adaptación de una metodología que empezó en la industria y que ¡nada menos! sabéis aplicarla en un proceso menos predictivo como es vuestro proceso de branding. Efectivamente, «lean thinking» es universal.
Saludos
¡Muchas gracias por tu comentario, Domingo!
Veremos si da los resultados positivos que esperamos en un próximo proyecto aplicando Lean y lo contaremos también por aquí 🙂
¡Un saludo!